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Periodismo riguroso para contar el mundo y cambiarlo

Periodismo riguroso para contar el mundo y cambiarlo

Alfredo Casares

Quienes nos iniciamos en este oficio de la mano del periodismo de investigación y denuncia hemos encontrado dificultades para apreciar el valor de nuestro trabajo más allá de los enfoques duros y agresivos. Es en ellos donde reside la esencia del rigor, la documentación, la diversidad de fuentes o las pruebas, y precisamente con ellos adquiere la utilidad: que los culpables dejen sus puestos, sean encausados o, al menos, sometidos al juicio popular, que se modifiquen normas, que cambien las cosas. 

Siempre me han interesado los asuntos sociales, las informaciones que aportan algo más que una denuncia, las que muestran experiencias enriquecedoras de las que podemos aprender. Por ello, durante años me tocó convivir con una polaridad, la que se mueve entre el rigor de las informaciones de denuncia y la inspiración de las historias sobre logros sociales. Conciliar ambas ha sido un desafío profesional que me ha ocupado los últimos años y que creo haber resuelto con la ayuda de algunas personas.

El programa de Fellowship de Acumen y la Fundación Open Value me aportó el marco intelectual y moral para acometer una reflexión personal que se extendía a mi propósito como periodista. Un ingrediente esencial en ese proceso fue el entorno de confianza y seguridad que me aportaron mis 23 compañeras, con quienes avanzamos en un proceso coral, abierto, entrelazado e intenso que acabó fundiéndonos en un ovillo tribal, flexible y duradero.

¿Qué relación podía tener con el periodismo un programa destinado a fortalecer el liderazgo social que acogía a un grupo escogido de personas audaces, mujeres y hombres que dedican su vida a retar al sistema y a ofrecer respuestas a los desafíos de nuestra sociedad? ¿No sería razonable, pues, sentirse invadido por el síndrome del impostor y acomodarse en un lugar confortable como observador, tan cercano a la posición habitual de periodista?

El periodismo no es un invitado a la mesa del impacto social, sino que goza de un protagonismo que es preciso reformular e impulsar para que cumpla su papel como generador de un cambio sistémico

Afortunadamente, ignoré esa amable tentación, arriesgué y entendí que el periodismo no es un invitado a la mesa del impacto social, sino que goza de un protagonismo que es preciso reformular e impulsar para que cumpla su papel como generador de un cambio sistémico. Equilibrar el relato informativo, superar el sesgo negativo, investigar lo que sí funciona, orientarse al futuro y a las soluciones, escuchar más, evitar la polarización, cuestionar estereotipos y prejuicios son algunos de los rasgos del periodismo constructivo. Para lograr ese cambio hay que tener muy claro que existe todo un sistema que es preciso movilizar: periodistas, editores, profesores universitarios, estudiantes, organizaciones sociales, instituciones, ciudadanos… Y que no será una labor sencilla ni rápida.

No lo está siendo tampoco para mi colega italiana Assunta Corbo. Aún recuerda cómo tras una charla de formación en periodismo constructivo uno de los asistentes se dirigió a ella diciéndole que lo que defendía era una locura y que ella no era digna de llamarse periodista. Años después, Corbo es cofundadora del Constructive Network, una asociación con más de 80 periodistas italianos adscritos, que publica una revista con artículos de periodismo de soluciones llamada News48. Hace dos semanas firmó un protocolo de intenciones para definir un manifiesto del periodismo constructivo junto a Carlo Verna, presidente de la Orden de Periodistas, el organismo público que regula la profesión en Italia.

“La vida es extraordinaria cuando tomamos las decisiones que sentimos que nos pertenecen, con respeto de los demás, y logramos que los mensajes se difundan”, asegura Assunta Corbo.

Los cambios sistémicos suceden poco a poco, como dice Assunta, mi compañera en la Lede Fellowship de Solutions Journalism Network junto a una veintena de profesionales que trabajan por practicar y difundir un periodismo más constructivo en todo el mundo. Esta organización estadounidense me permitió acercarme al periodismo de soluciones hace casi una década. Observé con atención su nacimiento en 2013 y he ido siguiendo sus actividades hasta hoy, como discípulo y colega.

El periodismo de soluciones me ha servido de puente para conectar dos ámbitos profesionales irrenunciables que durante mucho tiempo no logré unir: la investigación rigurosa y la explicación inspiradora. De este modo, puedo aplicar las herramientas del periodismo de investigación a analizar las iniciativas que hay en marcha para resolver problemas sociales, diseminar sus aprendizajes e inspirar a otras personas hacia la acción colectiva. Superar la benevolencia con la que en ocasiones tratamos las informaciones sociales contribuye a dotarlas de credibilidad y potencia.

Eso es lo que se propusieron Tina Rosenberg y David Bornstein, fundadores de Solutions Journalism Network, cuando decidieron comenzar una sección de periodismo de soluciones en The New York Times en 2010. Bajo el título Fixes comenzaron a publicar artículos semanales que analizaban respuestas innovadoras que buscaban resolver problemas: cómo funcionaban, qué logros obtenían, qué limitaciones encontraban, sus claves de éxito y qué aprendizajes se podían extraer y compartir.

Hoy más que nunca necesitamos una narrativa poderosa para construir un relato colectivo esperanzador que nos permita mirar al futuro con la convicción de que merece la pena trabajar por él. Uno de los objetivos del periodismo constructivo y de soluciones es precisamente dar visibilidad al emprendimiento social y exponer con rigor el impacto de sus proyectos. No presenta a las personas como héroes y heroínas con capa y superpoderes, sino como agentes de cambio capaces de movilizar comunidades para alumbrar y desarrollar proyectos que provoquen cambios sistémicos.

La semana pasada, Rosenberg y Bornstein publicaron la última historia de Fixes, después de 11 años y más de 600 artículos. Se despidieron con una conversación en la que hacían balance de esa década con la que consideran cumplido su principal fin: legitimar un periodismo orientado a las soluciones. Ojalá a nosotros, a Assunta, a mí y a tantos otros, nos toque firmar una despedida así en una década porque el objetivo esté cumplido. 

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